"Estatut d'autonomia", "dret d'autodeterminació", "democràcia representativa", "libertad digital", "autonomia d'un cotxe".... Els poderosos han buscat sempre gastar i canviar el significat de les paraules que més mal els podien fer, i la veritat és que se n'han sortit força bé... ara el cacau de paraules és considerable, i constitueix un obstacle alhora de plantejar debats seriosos sobre cap a on volem anar.
És per això que el debat del primer dia de les jornades girarà entorn a com definim aquestes paraulotes per a que ens puguin servir veritablement. Durant el més previ a les jornades recullirem aquí fragments que relacionin les diferents paraules i hi donguin definicions que cregueu que clarifiquen el tema. Els podeu posar a "comentaris generals" i nosaltres els posarem com a "item" per a que la gent els pugui valorar. Tot plegat permetrà que el dijous 26 elaborem entre tots un mapa conceptual i la nostra propia definició d'autogestió.
los griegos, al darse cuenta de que “siempre hay y siempre habrá un poder explícito (a menos que una sociedad llegara a transformar a sus sujetos en utómatas que hubieran interiorizado por completo el orden instituido) [8]”
llegaron a la conclusión de que “ningún ciudadano debe estar sometido al poder, y si esto no fuera posible, el poder debería distribuirse de forma igualitaria entre los ciudadanos [9]. Así, aunque la democracia ateniense era una democracia parcial, esto no se debía a las instituciones en sí mismas sino a la adopción de una definición de ciudadanía muy limitada -que excluía a amplios sectores de la población (mujeres, esclavos, inmigrantes) que, de hecho, constituían la gran mayoría de la población de Atenas. A diferencia de las “democracias” actuales que (tras largas luchas) institucionalizaron el sufragio universal pero al mismo tiempo seguraron la concentración de poder político en manos de una élite política reducida, como vimos en el capítulo 1, la democracia ateniense se basaba en el principio de que la soberanía es ejercida directamente por los propios ciudadanos.
Esta es la razón por la cual la Atenas clásica difícilmente podría definirse como un Estado en el sentido habitual de la palabra, ya que un Estado presupone una autoridad soberana y centralizada. Como expresó Castoriadis, “la Polis no es un Estado” ya que su poder explícito -establecer el nomos (legislación), el dike (jurisdicción) y el telos (gobierno)- pertenece al conjunto de los ciudadanos”.
Takis Fotopoulos
El término auto-dependencia (self-reliance) se refiere aquí a la autonomía, más que
a la autosuficiencia, que, en las condiciones actuales, no es viable ni deseable. Una
definición útil de auto-dependencia es la que se da en la Declaración de Cocoyoc de
1974 de los países no alineados como “la dependencia principalmente en los
recursos propios, humanos y naturales, y la capacidad de fijar objetivos y tomar
decisiones con autonomía [10]”. Así, aunque la auto-dependencia implica la
máxima utilización de los recursos y fuentes de energía locales, no debe confundirse
con la autarquía y debe verse siempre en el contexto del confederalismo. Como el
control democrático directo de la economía y la sociedad actualmente sólo es
posible en el plano local, es obvio que la auto-dependencia es una condición
necesaria para la autonomía política y económica.
Sin embargo, no es sólo la reivindicación de autonomía lo que exige la autodependencia
para que pueda recuperarse el control sobre los asuntos propios. La
auto-dependencia también se hace necesaria porque la tendencia histórica a
alejarse de la auto-dependencia ha tenido importantes consecuencias negativas en
los planos macro-económico, cultural, ambiental y social.
Takis Fotopoulos
Para que la democracia directa tenga sentido, las personas deben tener control sobre su entorno inmediato y los elementos esenciales de sus vidas. La autonomía es simplemente la idea de que no hay nadie más calificado que tu para decidir cómo vivir, que nadie debería ser capaz de votar en lo que haces con tu tiempo y tu potencial -o para el caso, cómo el entorno en el que vivimos es construido. No debe confundirse con la llamada "independencia" - en realidad, nadie es independiente, ya que nuestras vidas dependen el uno del otro ("el hombre occidental llena su armario con víveres y se llama a sí mismo autosuficiente") - es sólo un mito individualista que nos mantiene colectivamente encontrados. La glorificación de la "autosuficiencia" en la ferozmente competitiva sociedad actual realmente constituye un ataque a los que no explotan a otros para "cuidar de sí mismos", y por lo tanto funciona como un obstáculo a la construcción de comunidad. En contraste con este espejismo occidental, la autonomía es una interdependencia libre entre aquellos con quienes se comparte un consenso, se actúa libremente (es decir, sin esperar el permiso o instrucciones de cualquier otra persona) con el fin de establecer cooperativamente la autogestión de la totalidad de la vida.
Rolf Nadir
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